jueves, 26 de septiembre de 2013

La biblia desde los diferentes puntos de vista.



Para comenzar hablaremos de un punto, el cual necesita de dos variantes para hacer un análisis concreto, estas son las historias de las exégesis.

El acercamiento Sociológico.

1) Para la exégesis del Antiguo Testamento, son numerosas las cuestiones que se presentan en este campo. Se debe preguntar, por ejemplo, cuáles son las diversas formas de organización social y religiosa que Israel ha conocido en el curso de su historia. Para el período anterior a la formación de un estado ¿proporciona el modelo etnológico de una sociedad acéfala segmentaria un punto de partida satisfactorio? ¿Cómo se ha pasado de una liga de tribus, sin gran cohesión, a un estado organizado en monarquía, y de allí a una comunidad basada simplemente sobre lazos religiosos y genealógicos? ¿Qué transformaciones económicas, militares u otras, provocó en la estructura de la sociedad el movimiento de centralización política y religiosa que condujo a la monarquía? ¿Contribuye el estudio de las normas de comportamiento en el Antiguo Oriente y en Israel a la comprensión del Decálogo más eficazmente que los intentos puramente literarios de reconstrucción de un texto primitivo?

2) Para la exégesis del Nuevo Testamento, las cuestiones son evidentemente diferentes. Citemos algunas: para explicar el género de vida prepascual adoptado por Jesús y sus discípulos, ¿qué valor se puede conceder a la teoría de un movimiento de carismáticos itinerantes, que vivían sin domicilio, ni familia, ni bienes? ¿Hay una continuidad, basada sobre la llamada de Jesús a seguirlo, entre la actitud de desprendimiento radical, adoptada por Jesús, y la del movimiento cristiano postpascual, en los medios más diversos de la cristiandad primitiva? ¿Qué sabemos acerca de la estructura social de las comunidades paulinas, teniendo en cuenta en cada caso, la cultura urbana correspondiente?

El acercamiento Histórico.

Durante mucho tiempo, la Biblia fue tomada al pie de la letra y su verdad era la única verdad: si la Biblia decía una cosa el ponerla en duda era herejía. Después, la Biblia fue puesta en duda sistemáticamente hasta llegar al punto de negar lo que contaba casi por completo. ¿Dónde está la verdad de este asunto? Pues como casi siempre, en el punto medio: Ni todo lo que cuenta la Biblia es real ni todo lo que cuenta la Biblia es irreal.

En las fechas en las que se escribieron los distintos libros del Antiguo Testamento (AT) no existía la ciencia y mucho menos en la tierra de Israel. En los tiempos en los que se comienzan a poner por escrito los capítulos del AT, sobre el reinado de Salomón, la literatura estaba dominada por un género: el mito. El mito consistía en contar algo muy complicado de la manera más fácil y entendible para el auditorio, y los escritores judíos recurrieron al mito para explicar cosas como la creación del mundo.

Para concluir que “esta aparente falta de coherencia no se habría debido a la inexperiencia o ignorancia de los editores antiguos en manipular sus fuentes, sino, antes bien, a una consciente estrategia orientada a enseñar por medio de este artificio literario una enseñanza moral; a saber, que no existe una sola y absoluta verdad. La ‘realidad’ es un calidoscopio de reflejos infinitos”.

El acercamiento Teológico.

Con el pietismo la teología bíblica se presentaba como rival de la dogmática y quería sustituirla. Pero sólo con el iluminismo se presenta la teología bíblica como ciencia crítica de la teología sistemática. Las premisas son: el deísmo, para el cual el último juez de la verdad es la razón; y la crítica histórica, que se sirve de un rico material puesto a disposición por la filología y por la investigación histórica aplicada a la Biblia; en ella había que encontrar la religión racional o según la razón. Lo que en los textos parecía contrario a la razón se atribuía a la mentalidad primitiva y al mito, que revestía las ideas. No ya la teología, sino la razón se convertía en el criterio para comprender la Escritura. La teología bíblica iluminista se fundaba, pues, en la autoridad de la razón más que en la Biblia. Se partía de la convicción de que las verdades de la razón estaban contenidas en la Biblia. El fin era apologético: hacer que aceptaran el libro sagrado los hombres de cultura, racionalistas, de su tiempo. No basta citar los textos bíblicos. Es preciso interpretarlos de modo que se vea lo que es válido o no en la teología sistemática. Había comprendido, pues, la necesidad de la interpretación y asignaba al proceso interpretativo de la Biblia una función crítica respecto a la teología: "Por tanto, olvídese por algún tiempo el sistema doctrinal de nuestra Iglesia y, a través de un atento estudio de toda la Escritura, búsquese determinar nosotros mismos las doctrinas teológicas en ella contenidas; se tendrá así una nueva teología..., la auténtica teología bíblica", que se ha de considerar como criterio último de verdad, con el cual confrontar las tesis teológicas.





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